domingo, 31 de enero de 2021

Apuntes de un lector de bolsilibros XVIII

Sexy star 116

Más leo, sea lo que sea, más estoy convencido de la inanidad del concepto de «novela por encargo»... Para mí es una bobada inventada por pura comodidad... Comodidad para los escritores «serios», vinculados a las clases dominantes, que no tienen nada que decir y así pueden menospreciar la obra de los verdaderos autores, basándose en detalles insignificantes, pero también comodidad para los escritores de raza que, camuflados detrás de los imperativos de esta literatura, pueden tranquilamente expresar todo lo que quieren, sin ser demasiado molestados por el poder (cualquiera forma que este adopta)... Así, seguro que, a pesar de las imposiciones puestas por la editorial, ¡ ningún otro que el apasionante Víctor Claudín habría podido escribir «Rosas y vino» !
O, si fuera un otro quien habría escrito esta novela, indudablemente el resultado habría sido totalmente diferente...
La historia no resulta ni particularmente interesante, ni tampoco ofrece grandes posibilidades de desarollo narrativo, la verdad. En pocas palabras : la mujer de una pareja encuentra otro chico y los tres forman durante un tiempo una especie de triángulo amoroso. Nada más... Todavía, esta ausencia total de trama es lo de menos, ya que lo apasionante de estas páginas enardecidas es la radiografía que ofrecen de una juventud y de una época determinada. Y aunque se supone vagamente que la historia se desarrolla en los Estados Unidos (por los nombres de los protagonistas y porque al final se menciona a Las Vegas), el ambiente más bien parece el Madrid de los años 1980 tan querido y tan intensamente vivido por el autor...
Para más inri, Sheila y Peter trabajan en un periódico, mientras que Paul es un músico. Dos ámbitos estrechamente relacionados con el autor de la novela, ya que Víctor, el mismo año que «Rosas y vino», publicó bajo su verdadero nombre una biografía del cantautor Jaume Sisa y después, además de sus numerosas colaboraciones periodísticas y de varios libros sobre la canción popular, abrirá la sala «Elígeme», mítico lugar de la noche madrileña.
Y por cierto, aunque no tienen nada que ver formalmente, hay exactamente la misma inquietud que se refleja en esta obra como en la colaboración de Víctor para el volumen «Así es Madrid»... Es decir la reivindicación de una juventud cosmopolita, cultivada, bohemia, en ruptura con el viejo mundo...
Volviendo a los chicos, Sheila, Paul («rosas») y Peter («vino») son tres jóvenes liberados sexualmente, pero no por eso, como sucede a menudo en nuestra triste época (con su imaginario colonizado por el capitalismo más salvaje), presos de una lógica de consumo, así que las escenas de amor, aunque bastante explícitas, parecen sobre todo románticas, basadas en la entrega, el placer compartido y el respeto de la pareja involucrada... El deseo de poseer, como un fin en sí mismo, más bien es personificado por el repulsivo Olivio, eterno perseguidor de Sheila, hombre de negocios pulido y elegante, rodando en un despampanante coche nuevo y ¡ símbolo de todo lo más aborrecible en la sociedad de consumo de este tiempo !
Otro punto muy interesante es que, debido a la ausencia ya citada de toda trama, al final, cuando el triángulo amoroso se deshace naturalmente, sin drama ni lágrimas, la novela entera se parece entonces a una especie de mágico paréntesis — algo como una metáfora premonitoria de lo que será la movida madrileña en la tumultuosa historia reciente de España...



Como siempre : ¡ un sincero agradecimiento al compañero Rualrevit por tomarse el tiempo y la molestia de repasar mis apuntes !

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