Como ayer, día de mi cumpleaños, quería pasarlo en agradable compañía, elegí a esos cuatro ases del teclado y, por el momento, ninguno de ellos me decepcionó.
Surray contundente como siempre, teje una intriga con tintes macabros, una chica suicidándose a modo bonzo, empleando una lata de gasolina.
Berna, «destapándose» con gusto, narra las andanzas de un par de chicas que han salido de vacaciones y no quieren desperdiciar el tiempo.
Cabe destacar que este Berna subido de tono se desarrolla en Suiza, jajaja.
Gracias, maestro !
Hare, aunque decirlo una vez más acabe por ser un tópico peor que el final feliz con boda incluida, nos propone una versión bolsilibresca de una película de la Hammer. Hasta ahora, poca originalidad, es verdad, pero una eficacia que obliga a pasar página tras página sin parar. Y con una atmósfera tan bien conseguida que, mientras estás leyendo esta historia a la luz parpadeante de una vela (como debe ser), pequeños escalofríos de placer y de miedo mezclados te recorren todo el cuerpo.
Lester, fiel a sí mismo, firma una oestada divertidísima, llena de coscorrón, mamporros y tortazos, como una reinterpretación del tema de la misión suicida por Bud Spencer y Terence Hill. Risas garantizadas.