Carola 248
Este bolsilibro se parece a una superproducción en Technicolor... Empieza en la selva africana, continúa en Inglaterra, hay un capítulo intermedio en Italia y, después de un largo viaje, con escala en París, la protagonista llega por fin a Escocia, donde se desarrolla el resto de la melodramática trama, hasta el feliz desenlace...
Sin embargo, debo reconocer que al principio la novela no llegaba a convencerme. No sabía exactamente por qué, pero algo sonaba falso en este cuento de una pareja de blancos (un Lord y un sacerdote) acorralada en una misión africana, a punto de ser despedazados por los Mau-Mau... Algo que parecía tan falso como las selvas de cartón-piedra de los estudios cinematográficos...
Y ¡ por cierto que no me equivocaba !
Si uno se traga la biografía de Carlos de Santander publicada en la contraportada del bolsi, en la que se dice que el escritor «conoce bien ambas Américas, Europa, África y Oriente», no dejará de pasmarle la cantidad de errores contenidas en tan pocas páginas...
Como se debería saber, los Mau-Mau eran rebeldes kenianos y el Kenia es un país de África oriental... Sin embargo, el autor nunca cita el nombre de la ex colonia británica. Sitúa la acción en un enigmático lugar, el cual no he podido localizar, dando a entender que podían encontrarse Mau-Mau en cualquier parte del continente o casi... ¡ Y no es todo !
Otra prueba de las lagunas en geografía de las que sufre el escritor, al final de la novela, el abogado del difunto Lord recibe una carta de... ¡ África occidental !
Para añadir a la confusión y a la artificialidad de esta parte del relato, los nativos se dirigen a los blancos llamándolos «sahib», un término usado en... ¡ India !
Por supuesto, no es cuestión de burlarse de Carlos de Santander, culpándole de cometer errores sobre cosas que en su tiempo no podía conocer (como lo hacen hoy algunos imbéciles presumidos cuando peroran sobre cualquier fallo en novelas de ciencia ficción...), sino deplorar, a la vista de la naturaleza de sus equivocaciones, que el escritor ni se había tomado la molestia de simplemente abrir un Atlas para tratar de hacer más creíble una escena que en estas condiciones resulta completamente falsa y, además, se relaciona en modo bastante suelto al resto de la obra, con su exotismo de pacotilla...
Eso aparte, es una buenísima novela, como tantas otras del mismo autor, con varias subtramas entrelazadas, tipo la búsqueda por parte de la protagonista, Lorene Massati, de revelaciones sobre su misterioso pasado, el dilema sufrido por Lord Kimberton, que no llega a confiar en Lorene, la mujer de la cual se ha enamorado, con motivo de una supuesta culpa de ella (no por nada uno es católico ¡ jajaja !) o las artimañas de una repulsiva pareja, los hermanos Robert y Lizer Blackster, para apoderarse de la tentadora herencia... Todo esto condimentado con muchos sufrimientos, humillaciones, un poco de fetichismo y la mezcla de algunos elementos tomados de otros géneros, tal como el policial por ejemplo. Elementos que se pueden encontrar tanto en la investigación que lleva Lorene para descubrir sus orígenes que en el tentado asesinato del cual será víctima, pero también, de manera más amplia, en la conclusión de la novela. En efecto, dicha conclusión, qué da la clave del enigma, tiene lugar dentro de un salón, con todos los protagonistas reunidos, así como era costumbre a la hora de la verdad en los relatos de misterio de factura inglesa...
Un aspecto bastante sorprendente, y quizá un poco paradójico en el contexto de la novela romántica, es la manera particularmente negativa con la que Carlos de Santander pinta a los ricachones...
En esta historia son seres altivos, caprichosos, abyectos...
En particular Robert Blackster, del cual su hermana dice : «tu cuerpo grasiento está gordo y blando como una uva madura que revienta si se la aprieta con el dedo»...
Pero no es el único en suscitar asco en el lector...
Por su parte, Lizer Blackster, la hermana, es una arpía dispuesta a todo, tanto a vender su cuerpo como a perpetrar un asesinato, con la idea de asegurarse la fruición de la herencia...
Además goza morbosamente atormentando sin piedad a la pobre Lorene...
En cuanto a Lord Kimberton, es sólo al contacto con la dulce y ponderada miss Massati que conseguirá suavizar su temperamento despótico y avasallador...
Lo más sorprendente todavía es que hay en esta obra por lo menos tres muertes violentas, una tentativa de violación, algo semejante a escoptofilia, emborrachamientos a repetición, sobrentendidos escabrosos y humillaciones cargadas de tensión sexual, y sin embargo, según el dichoso asesor moral de la Bruguera, es una novela apta para todos... ¿ Quién sabe ? Quizá su mujer le había chupado la polla la noche anterior y el mojigato se sentía más relajado ese día... En todo caso, «El secreto del medallón» es una obra apasionante, rica en matices y acontecimientos dramáticos que vale la pena leer, a pesar de su primer capítulo poco convincente.
Ya sabéis : ¡ muchísimas gracias al compañero Rualrevit por su inestimable ayuda !