José María Lliró Olivé alias Burton Hare
Entrevista realizada, entre los meses de enero y octubre de 2019 y publicada por primera vez en el volumen «Burton Hare : A sangre y fuego» (Asociación Cultural Hispanoamericana Amigos del Bolsilibro — Mayo 2020).
—Las primeras novelas de José María cuyo rastro encontré datan de 1961. Fueron publicadas por la editorial Manhattan. ¿Son verdaderamente las primeras, o tuvo otras antes?
—Que yo sepa son las primeras que escribió, si mal no recuerdo las escribía pero como se publicaban en Argentina a mi padre lo ponían como traductor, de esta forma daban la imagen que el autor era extranjero, especialmente americano.
—¿Cómo vino a colaborar con la editorial Manhattan?
—Según me contaba mi padre, todo empezó porque leyó en su día una novela de ellos y le pareció malísima. Les escribió diciendo que como se atrevían a publicar algo tan malo y desde ediciones Manhattan le contestaron que si sabía hacerlo mejor que escribiera él. Y así hizo. Escribió una novela que les envió y empezó a escribir para ellos.
—¿Siempre había querido ser escritor profesional? ¿Y qué hacía como oficio antes de serlo?
—No, como he comentado anteriormente fue escritor por casualidad. Era un gran lector y muy autodidacta. Sabia de todo y de todos los temas. Una persona que a pesar de no haber podido estudiar, por las circunstancias de la época, era muy cultivado. Anteriormente había trabajado en varios oficios, pero cuando empezó a escribir trabajaba en el Liceo de Barcelona como camarero. Siempre lo decía con orgullo. Le encantaba que hubiese conocido a muchas estrellas del momento en persona. Tenía fotos de todas ellas, lástima que entraron a robar a su casa y desaparecieron todos los recuerdos, porque le destrozaron toda la casa.
—La editorial Manhattan publicó sobre todo tebeos. ¿Durante su carrera, José María también escribió tebeos o solamente novelas?
—Solo escribió novelas. Conocía a todos los dibujantes de Editorial Bruguera (no Manhattan) pero nunca se dedicó a ello, aunque he de decirte que era un gran dibujante, incluso pintó algún cuadro.
—¿Pero era, él mismo, aficionado a los tebeos o no? Y si es así, ¿cuáles eran sus dibujantes o sus héroes favoritos?
—Sí que me hablaba de los tebeos, pero no era especialmente aficionado. Los conseguía para dármelos a mí. Me comentaba muchas veces que coincidía con Francisco Ibáñez o José Escobar por Bruguera, de los cuales siempre me hablaba bien, y alguien más pero no recuerdo demasiado.
—¿Qué opinaba de la obligación de utilizar seudónimo para firmar sus novelas?
—Nunca le oí decir nada al respecto, así que he de suponer que no le dio la más mínima importancia. Por esa época, lo que gustaba era que los autores fueran americanos, de ahí que pusieran seudónimos simulando ser extranjeros. Es más, creo que iba aumentando sus seudónimos con orgullo.
—¿Por qué razón, en Bruguera, José María utilizó solo dos seudónimos: uno exclusivamente para las novelas del Oeste —Gordon Lumas— y otro —Burton Hare—, para policíaco, terror y ciencia ficción?
—Creo que quiso diferenciar todos los seudónimos que utilizó anterior a Bruguera, y se limitó a utilizar Gordon Lumas con todas aquellas relacionadas con el Oeste, como tu bien dices, y Burton Hare para el resto. Nunca me explicó el origen de esos nombres, pero sí he de decirte que se sentía más identificado como Burton Hare… no se por qué. Supongo que, a partir de estar ya consolidado como escritor de novelas, sería para identificar claramente el autor de las mismas. Al principio, en Manhattan, utilizó cinco o seis seudónimos, y además constaba como traductor, no se sabia exactamente quien era el escritor. Limitando los nombres a dos ya se sabia quien era Burton Hare o Gordon Lumas. Hoy en día si hablo con gente de la época, que leía este tipo de novelas, se acuerdan perfectamente de todos los seudónimos, como Silver Kane, Donald Curtis, etc. y es porque siempre eran los mismos autores.
—¿Le gustaban todos los géneros? ¿O prefería algunos más que otros?
—Creo que el que más le gustaba era el policíaco, seguido del Oeste. Todos los demás temas también le gustaban pero en un segundo plano. Tercero pondría Terror y por último el resto.
—Dos de las novelas de José María han sido adaptadas al cine: Trampa mortal (1963) y Vacaciones sangrientas (1974). ¿Sabes si le gustó el resultado? ¿Y la experiencia en sí misma? ¿Trató algún día de trabajar directamente para el mundo del cine o prefería escribir novelas?
—Bueno... siempre opinó que eran bastante malas (risas). Como experiencia le gustó pero no le deslumbró. Desde luego prefería escribir, pero el cine le encantaba. Era un cinéfilo empedernido, pero desde la otra parte de la pantalla. Le gustaba el mundo del cine, de los actores, etc., pero siempre desde fuera. En una película actuó en un papel secundario, pero no logro recordar el nombre de la película, solo sé que fue a rodar a Palma de Mallorca. También explicaba que iba a ver el rodaje de alguna película, pero nada más.
—¿Qué tipo de cine le gustaba más a José María? ¿Y cuál director en particular, si lo sabes?
—Le encantaban las películas antiguas. Siempre decía que como esos actores no ha habido muchos más. En general, le encantaban las policíacas y las del Oeste. Pero no recuerdo que me hablara de ningún director en concreto, aunque con lo cinéfilo que era seguro que lo tenía.
—¿Cuando Astri, su último editor, dejó de publicar novelas inéditas, José María continuó escribiendo o guardó su máquina de escribir en un armario?
—Por desgracia dejó de escribir para editoriales. Coincidió con el descenso de la lectura de las novelas por el público en general, que él se sintió mayor (decía que ya no escribía con la misma facilidad que antes) y que no le encargaron trabajo desde ninguna editorial. Todo sumó para dejarlo profesionalmente. Estuvo escribiendo cosas, inició un libro que tenía pendiente, algunos relatos..., pero todo eso se perdió cuando le robaron el ordenador, y ya no sé más.
—¿José María, como muchos de sus colegas, trabajó algún día como periodista?
—No, como te comentaba, por desgracia, no pudo estudiar ninguna carrera, aunque con su espíritu autodidacta investigaba como si así lo fuera. Solicitaba planos a New York, para poder describirla en sus novelas con total exactitud, lo que había en cada calle, comercios, etc. No es porque fuera mi padre pero tenia una inteligencia privilegiada.