miércoles, 6 de enero de 2021

Eddie Thorny : Ciento por uno



Aventuras del FBI Extraordinario 4, Editorial Rollán — 1954

Bolsilibros con sorpresa II





Vete tú a saber por qué, hay dos veces el primer cuaderno en este ejemplar mío de «¡ Kiai !»... ¿ Sería el único o habrá más desparramados por el vasto mundo ?

martes, 5 de enero de 2021

«Texas 1800», Pemesa / Producciones Editoriales (1982)


1982

01 : Sam Fletcher : Píldoras de plomo
02 : Pastor Forester : La trampa
03 : Sam Fletcher : Blanco y negro
04 : Pastor Forester : La Ley de los colosos

Rústica. 128 páginas más cubierta. 10,5 x 15.

domingo, 3 de enero de 2021

Apuntes de un lector de bolsilibros VII

Selección terror 198

¡ Una novela absolutamente encantadora !
Claro, el estilo de Ada Coretti es, a veces, algo ingenuo...
A menudo pone diversos adjetivos uno tras otro, de un modo un poco grandilocuente : «Pero lo verdaderamente insólito, alarmante, sobrecogedor»...
También usa casi siempre las mismas palabras para describir los mismos personajes, insistiendo por ejemplo en detalles sin importancia como el bigote teñido del propietario del hotel local : «Allí estaba Michael Andersson, el dueño del pequeño y único hotel, muy bien trajeado, perfectamente rasurado, con el bigote mejor teñido que nunca»...
Pero, en lugar de revelarse un handicap, esta ingenuidad se armoniza muy bien con la historia descabellada, rebosante de gustosos elementos típicos (una aldea aislada, un bosque tupido y lleno de peligros, un monstruo sanguinario y un científico loco, por citar sólo algunos), que la autora nos narra, favoreciendo a medida que avanza la lectura, la creación de un delicioso clima entre el surrealismo y la fábula, que envuelve placenteramente al lector como en un sueño o, más bien, en una pesadilla.
Además, nada de guiño al aficionado u otra horripilante ironía «post moderna», Ada Coretti toma su relato totalmente en serio. Así que uno sólo puede dejarse ganar por la extrañeza venenosa de la obra y, maravillándose, leerla de un tirón hasta descubrir la resolución del enigma.
Así que lo repito sin temor : ¡ Una novela absolutamente encantadora !
Y ahora, dos consideraciones respecto a algunos supuestos defectos de los bolsilibros que han sido subrayados una y otra vez en la red... Primero, no es porque una explicación no llega a convencernos que eso quiere decir que no exista en la obra. Por ejemplo, en este «Diabólico doctor Zaroff», aunque uno puede encontrar el comportamiento de Jack Presley y la razón de tal comportamiento poco creíble, eso no quita que sea debidamente aclarado en la página setenta y seis.
Segundo, otro punto que no deja al parecer de asombrar a los actuales lectores de bolsis, es la facilidad y rapidez de los encuentros en los mismos. Pero, hombres, ¿ es que no tenéis memoria ? Siempre se ha dicho que una de las principales fuentes de inspiración para este tipo de literatura era el cine, ¿ no ? Y ¿ qué pasa en una película tan «tardía» (1986) como «Algo salvaje» de Jonathan Demme ? ¿ El tipo (el fofo Jeff Daniels) no sigue a la encantadora chica (Melanie Griffith en su mejor papel, antes de que sea desfigurada por la cirugía estética...) sin conocerla siquiera ? Y esta película es solo una de las últimas de este tipo, se podrian citar varias centenares iguales, empezando por ejemplo por «Sucedió una noche» de Frank Capra (1934)...
Por otra parte, me acuerdo muy bien, hace unos treinta años, haber dormido algunas veces, después de un concierto punk, en casa de gente que no conocía previamente y que ni siquiera volviera a ver. Era otra época, más divertida y más franca. Y aunque ya no existe, no significa por eso que nunca existió...
Bueno, solo me queda señalar para acabar que en esta obra también, como en muchas otras de la autora, se encuentran un infanticidio y algunas consideraciones poco alegres sobre el matrimonio... Y pensar que Ada Coretti, bajo su verdadero nombre (Isabel Irigaray), escribió un buen puñado de bolsilibros románticos... ¡ Que amor de mujer !

Otra vez un sincero agradecimiento al compañero Rualrevit por tomarse el tiempo y la molestia de repasar mis apuntes. ¡ No sé qué haré sin ti !

O.C. Tavin : Iba a caer...



Aventuras del FBI Extraordinario 3, Editorial Rollán — 1953

Perlas de la sabiduría bolsilibresca XIII


— (...) Lo que ocurre es que hoy se casa Cliff Rooney. Mejor dicho, ya se ha casado.
El viajante de comercio quedó unos segundos con la boca entreabierta. Parpadeó repetidamente.
— ¿ Todo el whisky corre a cargo del tal Cliff Rooney ?
El viejo asintió.
— Exacto. Hoy es fiesta en Pueblo Esmeralda. ¡ Todo lo paga el bueno de Rooney !
— No lo entiendo. ¡ Se casa y aún tiene humor para celebrarlo !

Adam Surray
El último hombre

sábado, 2 de enero de 2021

Apuntes de un lector de bolsilibros VI


Si uno se detiene a pensarlo, parece más sencillo y más lógico para un guionista o para un productor querer adaptar a la gran pantalla, en una película de una hora y media, a un bolsilibro de noventa y seis páginas que a un tocho como «Bajo el volcán» o el «Quijote» y por eso, debería lógicamente haber decenas de películas tratas de otras tantas novelas de kiosko...
Sin embargo, en concreto hay bastante pocas adaptaciones cinematográficas de bolsilibros. ¿ Porqué ?
Las razones pueden ser varias y quizá algunas nunca las conoceremos, pero las principales deberían ser vinculadas a tres factores determinantes según mi parecer :
— el hecho de que una de las principales fuentes de inspiración para los bolsilibros fue siempre el cine 
— el modo de consumo de la literatura bolsilibresca
— el deseo por parte de los productores de ahorrarse gastos inútiles 
En efecto, el cine en sus inicios era considerado más o menos como una atracción circense. Por eso recurrió pronto, para tratar de «dignificarse», a adaptaciones de obras clásicas o, si no, se aseguró la colaboración de escritores famosos (en 1914, por ejemplo, Gabriele d'Annunzio escribió los subtítulos de «Cabiria» de Giovanni Pastrone). Y después, el séptimo arte siempre conservó esta manía de «vulgarización» (acoplada a una patética voluntad de «dignificarse»), ofreciendo a su público, en una hora y media, a síntesis (más o menos logradas o fieles) de obras de varios centenares de páginas. Una «síntesis» que podemos encontrar también en los bolsilibros. Por eso, no debía parecer muy interesante adaptar a este tipo de novelas a la gran pantalla. El margen de maniobra era demasiado escueto. Prueba de eso es que dos de los títulos de Lou Carrigan que tuvieron una versión cinematográfica cambiaron de género durante el proceso : «Tierra de hombres» pasó del gran Oeste al Chicago de los gángsteres con «La banda de los tres crisantemos» mientras que «El hombre y el miedo» hizo el recorrido contrario, transponiendo un relato policíaco en el Oeste con «La diligencia de los condenados».
Otro factor que no hacía la adaptación de un particular bolsilibro una cosa demasiado interesante para un productor es que no había reseñas en los periódicos para este tipo de publicaciones, ni publicidad. Además, la vida útil de un bolsi, aunque existieran los canjes de revistas, era brevísima. Por eso, en los créditos de las películas, la mayoría de las veces, ni siquiera era indicado el título de la novela adaptada, solo constaba el nombre del autor. Porque esto sí que podía llamar la atención de los lectores y levarlos en las salas de cine.
Por consiguiente, era más barato asegurarse la colaboración directa de un bolsilibrista que tener que pagar los derechos de autor para adaptar a una novela que la mayoría de la gente no había leído (y muchos de los que ya lo había hecho no se acordaban del título). Así, Miguel Cussó (más conocido como Sergio Duval o Michael Küss) tuvo una fértil colaboración con el productor / director Alfonso Balcázar.
Durante la misma época, también otros bolsilibristas fueron bastante activos en el ámbito del séptimo arte, como por ejemplo Jesús Navarro (Cliff Bradley, Jeff Lassiter, etcétera) y, por supuesto, José Mallorquí. Aunque respecto a este último, legítimas dudas surgen con relación a su real involucramiento en algunos proyectos de los cuales firmó oficialmente los guiones en España. En efecto, los créditos de la versión hispana de «El valle de los hombres de piedra» por ejemplo (coproducción con Italia dirigida por Alberto de Martino) lo nombran como único autor del guión, mientras que los créditos de la versión italiana de la película (que me parecen mucho más creíbles) lo citan sólo como uno de los tres a la base del tema... Desgraciadamente, estas triquiñuelas eran más que frecuentes en las coproducciones, por meras cuestiones legales, y raras veces podemos estar seguros de quién hizo qué...
En cualquier caso, el resultado final es siempre el mismo : pocas veces bolsilibros fueron adaptados a la gran pantalla. Pero, y eso ya me interesa más, hubo ciertamente una influencia mutua y benéfica entre los dos. No es por nada que el genial Jesús Franco hizo creer hasta su fallecimiento que había empezado escribiendo bolsis (algo que no es cierto, por supuesto) y además que «Gritos en la noche» era precisamente una adaptación de unas de sus supuestas novelitas firmadas bajo seudónimo...

Como siempre : ¡ muchísimas gracias al compañero Rualrevit por su inestimable ayuda !