— No sigas, Milton — le interrumpió con decisión la joven —. Si tu mueres, ¿ para qué quiero seguir viviendo ?
— ¡ Magnifico gesto ! — comentó burlón Abramovitch —. Suficiente para salvar su vida si me sintiese un poco romántico y sentimental.
— ¿ La dejarás vivir ? — preguntó, esperanzado, Milton.
— No. El sentimentalismo es un lujo que no puedo permitirme. En una pelicula cualquiera de las que América exporta para adormecer al mundo, el «malo» suele tener un rasgo de nobleza deslumbrado por la belleza de la protagonista y se deja vencer para que los «buenos» se besen triunfales y felices en la última escena del «film». Pero aquí no estamos en Hollywood ; el «malo» no tiene corazón y los «buenos» morirán a sus manos.
Eddie Thorny
Sin esperanza
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