Publicado en 1977.
Portada de Manuel Prieto Muriana.
Otra vez me encuentro sorprendido por esta novela de César Torre, autor del cual espero encontrar más obras a futuro, a estar atento. Esta es la segunda que leo y ya no tengo otras. Pero me quedo con ganas de más.
Y es que Torres comienza de un modo natural, casual, sus historias, hasta que sin darnos cuenta nos metemos de lleno en ellas. La acción transcurre en el norte de Inglaterra, en un lugar llamado Grise, bastante aislado. Allí tienen su residencia (pomposamente llamada «Walpole Manor») la pareja formada por el coronel Cecil Savaje y su mujer Helen. Ambos llevan una vida apartada, sin casi contacto social, salvo el cartero y una señora que ayuda en la limpieza dos veces o tres por semana. El retirado coronel es un experto jardinero y tiene viveros muy cuidados.
Un día, el cartero trae un paquete de un primo llamado Guilford, que vive en las Antillas, en una isla llamada Barbada. Es el pariente rico de la familia, ya que tiene varias empresas y factorías. Sin embargo, el paquete trae algunos bienes personales modestos, una carta donde le dice a Cecil que ya no era tan rico (en realidad estaba quebrado), y que tenía pocos meses de vida. Sabiendo de su interés por las plantas y su cuidado, le envía también una bolsa con semillas muy extrañas, esféricas y de un aspecto metálico negruzco, con olor a sándalo, que los nativos de la isla sembraban de manera clandestina en extraños lugares y que eran usadas en algunos ritos de Vudú... El coronel Savaje las siembra como mejor le parece, pero creyendo que en el clima inglés no iban a crecer.
No cuento más. A partir del segundo capítulo, comienza una historia muy opresiva y enervante, claustrofóbica, que no decae, nos llena de rabia y odio, como al personaje del Coronel, y que nos hace creer una cosa y después resulta otra. O tirar teorías, como me pasó a mí, y verme equivocado. Personajes que, si pudiéramos, los mataríamos nosotros mismos. Y todo, ¡ sin salir de «Walpole Manor»... ! A mí me recuerda a varias películas, pero si las digo, develo un poco la trama. Y el final, que cierra una obra perfectamente redonda, con cierta «justicia poética». Hay horror, hay muertes y no hay cursilerías ni humor tonto.
En fin, otra obra que recomiendo calurosamente. Espero poder leer más de César Torre. Le pongo :
Alfredo Velazquez