Hoy, el maestro Adolf Quibus, habría cumplido 78 años. Para celebrar esta fecha, os propongo, cortesía de Pepe Cueto, el director de Matraca Ediciones, su último editor, un breve relato policiaco.
Por Adolfo Quibus García
Estaba tras el sujeto, a pocos metros de distancia; no quería que se diera cuenta de que lo estaba siguiendo; hacía varios días que había conseguido su paradero y estaba casi seguro de que se trataba del asesino en serie que asolaba la ciudad desde hacía dos años. Dos años de duras pesquisas, de falsas pistas; era un psicópata muy listo, frío y calculador, así como un genio de la informática; pero ahora que había dado con él, no estaba dispuesto a dejarlo escapar.
Entró en aquella casa en ruinas. ¿Qué hacía un individuo como él en aquella casa? Era una pregunta que no estaba dispuesto a contestarme, ya que lo único que pretendía era darle caza. Mi obligación era pedir refuerzos y esperar, pero sabía que si esperaba a que llegasen los refuerzos, lo perdería para siempre, por lo que no dudé ni un solo instante y me fui a la casa. Me paré ante la puerta, saqué mi revólver y, sin pensármelo dos veces, entré. Estaba muy oscuro, debía ir con cuidado. Tropecé con algo, saqué mi linterna y vi que se trataba del cuerpo sin vida de una mujer. Un escalofrió recorrió mi espalda y un sudor frío me perlaba la frente. Aquella casa parecía embrujada. Noté un movimiento frente a mí.
—¡Alto, policía, no se mueva!
—Ja, ja, ja, ja, ja.
Una risa diabólica sonó como respuesta; después, un lobo salió de la nada. Tuve el tiempo justo de apartarme y disparar. La bala fue certera y el animal huyó malherido. Empezaba a tener miedo, miedo a lo desconocido. Sin embargo, sabía que aquel asesino estaba allí y yo iba a terminar con él…, si él no terminaba antes conmigo.
—No tienes escapatoria.
Nadie contestó, el silencio más absoluto inundó la tétrica estancia. Fui avanzando. El chirrido de una puerta me hizo girar bruscamente y un murciélago apareció sobre mi cabeza; pude apartarlo de un manotazo. Estaba desconcertado, aquello parecía la casa de los horrores, solo faltaba el conde Dracula para que aquello se transformase en una película de terror; pero no, aquello no era una película, sino la realidad.
—Entrégate, no tienes escapatoria.
Seguía el silencio. El chirriar de una puerta me indicó que estaba allí, que lo tenía al alcance de la mano. Seguí con paso firme dominando el miedo que sentía por primera vez en mi vida.
—¿Dónde crees que vas, polizonte?
—A detenerte.
—¿Cómo se supone que vas a hacerlo?
—Déjate hacer y podrás comprobarlo.
—Aquí estoy.
Se mostró ante mí y, de repente, un halo intenso de luz lo iluminó. No podía creer lo que estaba viendo; un escalofrió me invadió por completo, se abalanzó sobre mí y recuerdo que disparé una y mil veces. Luego nada, después nadie.
—Despierta ya.
Abrí los ojos y vi a dos personas que estaban mirándome.
—¿Dónde estoy?
—En el mejor hospital de la ciudad… Tranquilo, lo peor ya ha pasado.
—Dejémosle descansar.
Se marcharon y me dejaron solo. Poco a poco fui recordando. Estaba persiguiendo al asesino en serie en una casa en ruinas, me había atacado un lobo y también un murciélago. No era posible, aquel ser diabólico debía estar muerto. Llamé al médico.
—¿Qué le pasa?
—¿Dónde me encontraron?
—En un viejo caserón.
—¿Está muerto el asesino?
—¿Qué asesino? Estaba usted solo, no sabemos lo que estaba haciendo allí, sus compañeros de Asuntos Internos ya vendrán a charlar con usted mañana, ahora descanse.
No podía ser, yo estaba seguro de que había disparado a aquel monstruoso ser. Tenía que haber muerto.
Pude escuchar algunas voces que hablaban bajito.
—Sufre alucinaciones.
—Estaba obsesionado con los últimos asesinatos, eso explicaría por qué se disparó a sí mismo, menos mal que llegamos a tiempo.
FIN
Todos los bolsilibros de Adolfo han sido reeditados con esmero y amor por Matraca Ediciones en la colección «Tocho y medio». Además, en el catálogo de la editorial podréis encontrar otras creaciones del maestro como novelas (algunas inéditas), una biografía y una obra teatral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario