viernes, 6 de junio de 2025

Burton Hare : El horror sin nombre


«Selección Terror» número 147.
Publicado en diciembre de 1975.
Portada de Rafael Cortiella.

Robert Kernigan, aventurero, cazador y guía de turismo en África, es invitado a pasar un fin de semana en Dornutt, en algún lugar de Inglaterra. Zona pantanosa y sombría. Fue llamado por su amigo George Brittles, el dueño de Middel Manor. No fue el único invitado, otros cuatro también fueron llamados. Todos amigos y con un pasado en común, allá en la India. Al bajar del tren, Kernigan conoce a dos hermosas pasajeras, que también iban hacia Middel Manor, aunque sin invitación. En un entorno un tanto opresivo, George informa que los ha hecho venir a los cuatro, para no volverse loco. Una amenaza muy cierta e increíble se cierne sobre él, aunque sus amigos dudan de que esto sea tan así...
Una gran novela de Burton Hare, o José María Lliró Olivé, que lo mantiene a uno absorbido todo el tiempo, y con una gran intriga. Es una atmósfera lóbrega, con lluvia casi todo el tiempo, en una mansión que tal vez está encantada... ? Me sorprende ver la calidad de muchas novelas en los primeros números de «Selección Terror», y que luego, al correr de los mismos, fueron decayendo un poco. Acá tenemos dos tramas yuxtapuestas : por un lado, la locura del dueño de la mansión, quien está obsesionado con un hecho ocurrido en la India hace diez años atrás, y que lo hace sentir culpable y amenazado, pese a que sus amigos le digan que no y traten de ayudarlo. Y por el otro lado, alguien está asesinando a cada uno de los invitados de Brittles, como lo haría la cosa u objeto al que tanto miedo le tiene este último. Y no podemos saber por dónde van los tiros, casi hasta el final... !
Digamos ya que los misterios se resuelven como cualquier novela policial, es decir hay «Scooby-Doo». De hecho, una de las tramas (esto tal vez sea un punto flojo) tiene un culpable bastante predecible desde el principio, aunque no sabemos cómo. Y al explicarlo, vemos que la solución está bastante tirada de los pelos. La otra trama, la de los asesinatos, por el contrario, resulta en un final bastante inesperado y no tan fácil de adivinar, y hasta tiene tintes dolorosos, en especial para Kernigan.
Me siento magnánimo con mis últimas lecturas, y aunque esta novela tiene algunas flojeras, por el entretenimiento que me dio, la intriga, la atmósfera y lo bien escrita que está, le voy a poner :

(muy buena).

Ah, me olvidaba... muy buena la cubierta... ! aunque nada tiene que ver con el interior...

Alfredo Velazquez

jueves, 5 de junio de 2025

Entrevista a la hija de Burton Hare, Dª Esther Lliró, parte 2

José María Lliró Olivé por

Entrevista realizada, entre los meses de enero y octubre de 2019 y publicada por primera vez en el volumen «Burton Hare : A sangre y fuego» (Asociación Cultural Hispanoamericana Amigos del Bolsilibro — Mayo 2020).

La primera parte pinchando aquí.

—¿José María escribía más por la mañana o por la noche?
—El 90% era por la noche, solo escribía por el día cuando tenía que acabar alguna novela. El teclear de la máquina de escribir todas las noches era el sonido habitual en mi casa… (risas)

—Así que tenía el día libre... ¿Y qué hacía tu padre durante la jornada? ¿Tenía algún pasatiempo? ¿Una pasión?
—Generalmente por el día leía y tomaba apuntes para sus novelas y luego escribía por la noche. Podía hacer cualquier cosa, era un «manitas» y tan pronto te arreglaba cualquier cosa, como se ponía a pintar, o te construía lo que fuese. Hasta llegó a construir su propia casa, donde vivía en Les Fonts de Terrassa. Pero su gran pasión era la lectura.

—¿Después de convertirse en escritor profesional, tu padre seguía leyendo a sus colegas? He visto en su biblioteca, entre otros, un libro de Fred Dennis, perteneciente a una colección de la editorial Ferma en la que tu padre publicaba en la misma época...
—Sí, siempre leía a sus colegas u otros libros.

—¿Sabías que, por lo menos una vez, José María revendió a Bruguera la misma novela, ligeramente modificada, con otro título?
—Sí, claro. En ocasiones le pedían hasta tres novelas en una semana. Si no hacía eso era imposible escribir tres novelas en siete días (risas). Otras veces lo hacia cuando cambiaba de editorial.

—A veces, al leer sus novelas policíacas, tengo la impresión de seguir un reportaje de denuncia social. ¿Le interesaba mucho la actualidad?
—Sí, era un defensor de la justicia, valores que por supuesto me transmitió. Siempre leía todas las noticias, y desde que se metió en el mundo de la informática leía los periódicos de medio mundo cada día. Por suerte, siempre tuvo la cabeza perfecta, y hasta el último día de su vida estuvo leyendo.

—¿Te hablaba de lo que le molestaba? Tengo la impresión, como lector, pero quizás me equivoque, que odiaba la injusticia, que no podía soportarla... ¿Es cierto?
—Sí, como te digo la odiaba y se revelaba, ya fuera de derechas como de izquierdas como del centro. La injusticia como tal no la soportaba. Lo bueno de tener los conocimientos de todas las partes, era que te justificaba todo con datos, así que estaba claro el porqué despotricaba cuando algo era injusto.

—Cuando eras una niña o una adolescente, ¿sabías qué trabajo hacía tu padre? ¿Y qué significaba para ti que fuera escritor?
—Sí, perfectamente. Claro que lo sabía y para mi era todo un orgullo, ya te digo que el tecleado de la maquina de escribir eran las «nanas» nocturnas. Me encantaba. Cuando tenía ocasión, le acompañaba a la sede de Bruguera a entregar las novelas. Entre otras cosas porque sabía que así me regalaban los tebeos (risas).

—¿Alguna vez leíste sus novelas en ese momento? ¿Y hoy?
—Sí, sí que las leía en su momento, pero menos de las que debería. Hoy también leo, pero mucho menos de lo que debería. Tengo muy poco tiempo y cuando puedo leer siempre es algo relacionado con mi profesión. Es una pena pero me faltan muchísimas novelas suyas por leer. ¡Una de tantas cosas que tengo pendiente!

—¿Cómo te sentías al ver los libros de tu padre en los quioscos, cuando ibas a la escuela o caminabas por la calle?
—Como para mi era un orgullo me hacía ilusión. Pero también he de decirte que como era algo normal, verlas en los quioscos, tampoco era una cosa que me sorprendiera. Me hace mucha más ilusión ahora, cuando ocasionalmente veo alguna en alguna feria del libro antiguo o de segunda mano.

—¿Hablabas de los libros de tu padre con tus compañeros de clase? ¿Les dijiste quién se escondía detrás de los seudónimos de Burton Hare o Gordon Lumas? ¿Y cuál fue su reacción?
—Sí, claro, lo contaba siempre y lo recuerdo con naturalidad. A veces caras de sorpresa, pero ya te digo que eran temas habituales y normales para mí. Todos mis amigos sabían perfectamente a que se dedicaba mi padre y que firmaba con esos pseudónimos. Sorprendía más cuando, ya prácticamente, dejaron de verse las novelas en los quioscos; o incluso ahora, cuando se lo cuento a la gente.

—Frédéric Dard, un gran novelista francés, autor de las aventuras del comisario San-Antonio, con miles de ejemplares vendidos, redactaba a menudo los ensayos de su hija, pero, curiosamente, cada vez obtenía más malas notas (risas) ¿Ocurrió alguna vez, cuando todavía estabas en la escuela, que tu padre te ayudó a escribir algún trabajo?
—Sí, por desgracia, la habilidad en la escritura no la heredé (risas) y me ayudaba muchas veces a corregir o rectificar redacciones o lo que fuese. Te contaré una anécdota. Cuando estaba en COU, tenia una profesora del Opus Dei, yo que, por supuesto, no comulgo con esa ideología, en esa época rebelde, claramente se lo manifesté a la profesora. Craso error, porque me juró y perjuró que no me aprobaría jamás. Así pasó. Hablé con los directivos y me dieron la oportunidad de hacer una redacción, cuyo tema no recuerdo, y según como la escribiera, me aprobarían. Cuando se lo expliqué a mi padre me hizo un escrito que, recuerdo, era brutal, e incluso pensé que la profesora se daría cuenta que no podía haberlo escrito yo. ¡¡¡No tuvo más remedio que ponerme un «5» porque estaba bastante bien!!! Te aseguro que era imposible suspenderme de lo bueno que era el escrito. Le costó una ulcera gástrica a la pobre señora, pero no pudo más que ponerme un cinquillo (risas).

—¿A José María le habría gustado que fueras escritora? ¿Te animó alguna vez a serlo?
—¡No! Mi padre, como hombre muy inteligente que era, sabía perfectamente que hubiera sido una mala escritora, y como desde el principio siempre me decliné por la medicina, me apoyó en todo momento. Ni siquiera me dijo nunca que leyera una novela suya. Lo hacía porque yo quería, pero jamás me lo pidió.

—Si alguien que nunca leyó nada de tu padre quisiera descubrir sus escritos, ¿qué títulos le recomendarías para empezar?
—¡¡Aquí sí que me has cogido!! No sabría decirte… (risas).

—De eso no tienes por qué preocuparte; ACHAB ya lo hizo por ti (risas).

miércoles, 4 de junio de 2025

Bolsilibros y gastronomía XLIV

Raviolis de gorgonzola caseros

Pastel con cerezas del jardín

«Busca tu aventura», Editorial Astri (1989)


1989

01 : Eugenio Sotillos : Pánico en las nubes
02 : José María Lliró Olivé : El hombre de las estrellas
03 : Eugenio Sotillos : La moto fantástica
04 : Eugenio Sotillos : La mariposa de oro


Rústica. 96 páginas más cubierta. 11 x 17.

Porrtadas : «Busca tu aventura», Editorial Astri (1989)




Burton Hare : Pesadilla de deseo y de sangre


«Selección Terror» número 308.
Publicado en enero de 1979.
Portada de Antonio Bernal.

Un clima de terror y zozobra se vive en un pueblo, cuando en las noches una misteriosa amenaza desconocida, una entidad monstruosa, que se intuye pero nadie ve, acaba con las vidas de aquellos que se aventuran a salir, destrozándolos de formas espeluznantes. Y una chica del lugar, llamada Peggy, siente que esa entidad, por alguna siniestra razón, la persigue y acosa a ella.
Reseña escrita ex profeso en esta semana, para ser publicada en el blog ; semana dedicada a examinar la gran obra bolsilibresca de Burton Hare, o José María Lliró Olivé, con diversos artículos, siendo que en este año 2025 se cumplen cien años de su natalicio. No es mucho lo que sabemos de este gran autor, o al menos yo.
En cuanto a esta novela, una interesante obra, terrorífica por momentos, y con una intriga casi constante por querer saber si existe tal criatura monstruosa, y que nadie ha visto y sobrevivido para contarlo. Solo el sheriff, o comisario, intenta hacer algo frente a la apatía y temor generalizados, ayudado por un ex habitante que emigró hace algunos años a Los Ángeles y que regresó, llamado por la citada Peggy, para que la ayude con su temor y pesadillas recurrentes, acerca de un monstruo que la vigila y acecha. Monstruo que ciertamente nos revelará un trasfondo mucho más horrendo que cualquier pesadilla.
Si se quiere, algún fallo le podremos encontrar, pero en líneas generales la lectura no decae en su ritmo y tiene un final adecuado, tal vez no del todo inesperado. No revelo más detalles para que el lector se sumerja en esta experiencia. 
Gran portada de Bernal, genérica. Me gustó esta novela. Mi puntuación esta vez es de :

(buena).

Alfredo Velazquez

martes, 3 de junio de 2025

Burton Hare : El arte de la evidencia


Prólogo para el volumen 
«Burton Hare : A sangre y fuego» (Asociación Cultural Hispanoamericana Amigos del Bolsilibro — Mayo 2020).

Lo primero que me impresiona, cada vez que comienzo un libro de Burton Hare, o Gordon Lumas —José María Lliró Olivé es su nombre real—, es el estilo. Como toda la literatura popular, los bolsilibros tienen fama de estar muy mal escritos. Obviamente es una idea preconcebida y, en la mayoría de los casos, completamente errónea (¡como todas las ideas preconcebidas!). Además, esta acusación de mediocridad se fundamenta, en la mayoría de los casos, en una lectura superficial de estos pequeños, pero fantásticos, libros.
Es cierto que, a veces, sucede que la prosa de un autor (le ocurre a los mejores, e incluso a mis autores favoritos) puede ser traicionada sobre la marcha debido a la prisa con la que se escribieron estas rocambolescas historias.
Pero lo mismo pasa al contrario. Muchos de los llamados libros serios están horriblemente mal escritos, son aburridos y, lo que es más, al ser retocados por un batallón de correctores de estilos, son de una banalidad solo equiparable a los guiones del cine de Hollywood de los últimos cuarenta años.
Pues sí, ¡tenemos todo el derecho a preferir una narrativa viva —llena de giros y anotaciones ideológicamente agradables (es decir, de izquierdas); incluso si esta adolece de algunos errores de sintaxis o de una o dos oraciones mal construidas—, a historias sin asperezas que le besuqueen el culo al capitalismo!
De la misma manera que uno puede sentir mucho más placer —intelectualmente hablando, pero no solo— viendo los delirios, sin blanca, del tío Jess, en lugar de aguantar los bodrios pretenciosos y moralizadores de un Steven Spielberg, o las estupideces infantiles de un George Lucas, dos de los peores sepultureros del cine moderno.
En resumen, lo que más me impresiona —no importa que título empiece a leer— de Burton Hare, es su estilo. Por su eficiencia, por supuesto, pero sobre todo por su evidencia.
Porque puedo asegurarte, yo que pretendo ser capaz de escribir historias pulp (ya he publicado cuatro títulos para un editor suizo y al menos, de momento, otros ocho más en autoedición), al contrario de lo que la mayoría suele pensar hoy en día, es mucho más fácil garabatear párrafos largos, desbordados de palabras inútiles, que organizar las ideas en oraciones cortas y contundentes.
Sin embargo, en Burton Hare, ¡este milagro de maestría literaria es perpetuo! En sus historias, nada sobra ni nada falta. Desde el principio, las escenas se suceden lógicamente, hasta llevarnos a la resolución de la trama, a su amarga conclusión... Durante la lectura, el ritmo se mantiene continuamente sostenido, sin que el desarrollo de la trama termine precipitándose de forma excesiva... En cuanto a la acción en sí, a semejanza de las motivaciones de los personajes, se describe de una manera clara y comprensible (es decir, justificable)... Hasta tal punto, como dije antes, que el conjunto parece, naturalmente, evidente.
Sin embargo, no es solo el estilo lo que aprecio en la obra de Burton Hare. Además del aspecto de reportaje social, tomado en el acto, que adoptan muchas de sus narraciones, también están sus héroes, la mentalidad con la que los dota.
Antes de continuar, tengo que aclarar que, en el mundo de los bolsilibros, donde los autores eran verdaderos mercenarios de la máquina de escribir, siempre es un poco arriesgado sacar demasiadas conclusiones. Porque, incluso, cuando uno ha leído fervientemente cincuenta (o cien) bolsilibros del mismo autor, no es raro que haya devorado solo la décima o la vigésima parte de su producción total. De todos modos, y por lo que puedo deducir a la luz de mi conocimiento actual, el héroe Hariano es a menudo un hombre rebelde ante una injusticia, sea la que sea. Un hombre en contra, que se opone física e intelectualmente, a un orden establecido. No necesariamente un justiciero, en el sentido engañoso popularizado por Hollywood, pero sí alguien sediento de justicia, aun sabiendo que esta nunca se consigue definitivamente.
Y así es por todas estas razones —pero también por su habilidad para retratar personajes femeninos fuertes, antes de que se convirtiera en una moda sin interés; su idealización conmovedora y trágica a la vez de la pareja; o el lirismo con el cual puede escribir sobre la sexualidad, describiéndola como parte integrante de un todo claramente más grande, pero también, precisamente, como un medio para lograr una armonía transitoria con este todo...— que, en mi opinión, Burton Hare es sin duda ¡uno de los escritores de bolsilibros más apreciable!

Stéphane Venanzi
Escritor e Investigador de Historias Pulp