Servicio secreto 1521
El único problema de esta obra, dado que esta publicada en la colección «Servicio secreto», es que viendo desde el principio por donde se encamina la historia, centrándose en las andanzas de esta pandilla de gamberros motorizados, en seguida el lector intuye que, por fuerza, en alguna parte habrá un policía encubierto y, la verdad, no hace falta ser ningún lince para adivinar quién resultará ser... Aunque, como siempre con Ray Lester, habrá una pequeña trampa (bastante predecible también, debo reconocer) para tratar de salpimentar el conjunto.
Así, a pesar de ser (una vez más) una narración admirablemente construida, no se puede negar que el resultado pierda un poco de su interés en el camino por culpa de las limitaciones propias a los bolsilibros. La parte más disfrutable de la intriga viéndose en efecto relegada a una subtrama, para asegurar protagonismo al policía encubierto y preparar el inevitable final feliz, con parejita a punto de contraer nupcias. ¡ Qué lástima !
La historia, como ya dije, narra las fechorías de una banda de jóvenes melenudos surcando los Estados Unidos con sus motos, y en eso se parece bastante a películas como «Los ángeles del infierno» de Roger Corman (u otras producciones de la «A.I.P.» pertenecientes al mismo filón), pero con un toque encima de salvajismo típicamente latino, semejante al que impregna obras tanto chocante como «Milano odia : la polizia non può sparare» de Umberto Lenzi... De todos modos, aunque la novela respeta escrupulosamente el pliego de condiciones, con pelea en un restaurante de la carretera, enemistades entre los miembros de la pandilla por la «posesión» de una chica o largas vueltas de una ciudad a otra, la lectura resulta no obstante apasionante, ya que las peripecias son variadas, hay más de unas subtramas que se entrelazan y a lo largo de la historia, gracias a la soltura con la cual Ray Lester desarrolla su intriga, siempre rehusando los caminos más trillados de la literatura popular, se respira un airecillo vigorizador de libertad, como si estuviéramos de verdad al manillar de una de estas ruidosas motocicletas...
Algo que acentúa este sentimiento, al mismo tiempo que recalca la solidez de la construcción de la intriga, es el recurso tomado prestado al Akira Kurosawa de «Rashômon», durante el primer tercio de «Atila cabalga de nuevo», de relatar algunas escenas de más de un punto de vista. Un procedimiento que permite no sólo definir de manera más compleja a los personajes, pero también aporta innegable frescura a la narración.
En cuanto al final (el de verdad, no la tediosa explicación y la subsecuente predecible declaración de amor...), en su sencillez contundente, típica de la época, es una obra maestra. Por eso, y como seguro que el último capítulo no os reportará nada (excepto, quizá, el escondite de la droga), ya podéis dejar la novela cuatro páginas antes de que se acaba realmente. Eso recuperará el tiempo que habéis pasado leyendo esta reseña...
Como siempre : ¡ un sincero agradecimiento al compañero Rualrevit por tomarse el tiempo y la molestia de repasar mis textos !