martes, 1 de julio de 2025

«Ultus el invencible», Editorial Guerri (1936)


1936

01 : Augusto Delmar : Tomo I
02 : Augusto Delmar : Tomo II
03 : Augusto Delmar : Tomo III
04 : Augusto Delmar : Tomo IV
05 : Augusto Delmar : Tomo V
06 : Augusto Delmar : Tomo VI
07 : Augusto Delmar : Tomo VII


Rústica. 160 páginas más cubierta. 16 x 21,5.

Portadas : «Ultus el invencible», Editorial Guerri (1936)














domingo, 29 de junio de 2025

Cosas de la red XXX


En respuesta a un comentario sobre el estilo «puntoapartista» del maestro Berna :

Para gustos colores... A mí me aburren los autores que parecen tener fobia a la tecla de retorno y regurgitan párrafos de tres páginas como mínimo. No solo me parece totalmente presuntuoso, sino, además, inútil. No se necesitan todas las palabras del diccionario para escribir algo inteligente y que tiene sentido o transmite emoción, algunas adecuadamente escogidas son suficientes. Además, el «horror vacui» en la literatura como en la vida es algo de psiquiatría y delata un imaginario colonizado por el capitalismo.

viernes, 27 de junio de 2025

Curtis Garland : El rostro del horror


«Selección Terror» número 366.
Publicado en marzo de 1980.
Portada de Jorge Sampere.

Volvemos con Curtis Garland, o Juan Gallardo, como prefieran, y una gran novela. Y es que los argumentos de época son los que más le sientan al autor. En este caso, el otoño londinense de 1893.
El Dr. Austin Brodman es un médico cirujano y pionero en una nueva especialidad : la cirugía plástica o reconstructiva. Cierta noche neblinosa, en el puente de Lambeth, se cruza con una espantosa aparición fugaz y luego, escucha un chapoteo en el Támesis. Alguien se arrojó o se cayó. Sin pensarlo, el doctor se lanza al rescate y logra salvar a una mujer, envuelta en una capa con caperuza. Una vez en tierra, en los muelles, descubre que esa mujer era la dueña del horrible rostro deformado que entrevió en el puente.
El Dr. Brodman logra convencerla que tal vez él pueda ayudarla con su problema y la lleva a su casa consultorio. No sabe que así, está dando inicio a una nueva ola de crímenes espeluznantes, que traen  al recuerdo los crímenes de Jack el Destripador, ocurridos cinco años atrás.
La novela está bien escrita, no decae, y abunda en descripciones que nos sitúan bien en la atmósfera lóbrega de aquel Londres y en sus personajes y costumbres, como si estuviéramos allí. Evidentemente, Garland es buen conocedor del tema. Hay abundante gore, más de lo habitual diría yo, pero es cierto que no recuerdo ahora mismo otras novelas suyas para comparar, ni tampoco he leído las 2000 que escribió. Por supuesto, hay que dejar pasar algunos detalles, como «las conveniencias o magia del guion», que hace que todos los personajes se terminen relacionando o que noten detalles reveladores para el avance de la trama. Pero bueno, es que para la página 96 debe estar todo solucionado. Lo otro, el toque fantástico, lo da el método que inventó el doctor para reparar deformidades, que resulta un tanto inverosímil y simplón, pero bueno, para leer estas obritas, es necesario suspender por un rato la incredulidad.
Y hasta hay lugar para la crítica social, la abrumadora falta de trabajo en aquellos años de la Era Victoriana, malos salarios y editores explotadores que exprimían a sus empleados para que los libros salgan en término (¿ referencia a algún editor de bolsilibros... ?)
El final, a todo Grand Guignol : sangre y muertes (extraño que utilice esta expresión, ya que el teatro de Grand Guignol fue creado recién en 1897) y con una vuelta de tuerca que yo, al menos, no esperaba.
En síntesis, una de las mejores obras de Garland en mi opinión, que no defraudará a sus seguidores. Mi puntuación es de :

(muy buena)

Alfredo Velazquez

miércoles, 25 de junio de 2025

¿ Quién es Manuel Rodríguez ?


Leyendo la colección «Cuentos inolvidables María Pascual», publicada por Planeta DeAgostini en 2015, he reparado en el extraño hecho de que las adaptaciones son firmadas por un tal Manuel Rodríguez.


Huelga decir que no recordaba haber visto este nombre en ninguna publicación de la editorial Toray (el primer editor de estos cuentos)... Pero, también es verdad que estoy lejos de saberlo todo, así que busqué un poco en la red y vi que, al tal Manuel Rodríguez, se le atribuye como fecha de nacimiento 1970. ¿ Como se puede, pues, aunque uno sea excepcionalmente precoz, escribir adaptaciones de cuentos clásicos incluso antes de nacer (la primer edición de estos cuentos data en su mayoría de los años 1960) ? También podría tratarse de un caso de homonimia y un error de atribución por parte de la Biblioteca Nacional (está llena de ellos, la verdad), el autor de los textos siendo en realidad mucho mayor. Pero, en cualquier caso, yo no estaba más avanzado...


¿ Podría tratarse, entonces, de un seudónimo de Eugenio Sotillos, el habitual cómplice de María Pascual ? En primer lugar, no había motivo para creerlo (pues este nombre — Manuel Rodríguez — no aparece en ninguna lista de seudónimos que el guionista de Jim Huracán pudiera haber utilizado durante su carrera) y, en segundo lugar, ¿ qué sentido podía tener ? Eugenio, con toda probabilidad, había fallecido diez años antes. Por lo tanto, no podía estar bajo contrato con ninguna editorial. Además, no tenía nada de lo que avergonzarse en su carrera para justificar el encubrimiento de su nombre...
Por lo tanto, la solución solo puede resultar mucho más prosaica... No sabiendo cómo resolver la cuestión de los derechos de autor, al haber fallecido Sotillos diez años antes (o, más probablemente, demasiado perezosa para encontrar un heredero con quien llegar a un acuerdo) la editorial encargó un tío (que, al parecer, no ha hecho nada más en su carrera) para... adaptar las adaptaciones de Eugenio Sotillos...
Como el lector podrá constatar más adelante, no creo que los compradores de la colección hayan salido ganadores, pero, por lo menos, han podido disfrutar de los magníficos dibujos de María Pascual. Algo es algo...




                                     Reedición                                 Publicación original

Y como no son solo los editores de bolsilibros que son chapuceros, en el número ocho de esta reedición («El flautista de Hamelín»), la adaptación se atribuye a Sotillos, sin embargo, el texto no corresponde con el que fue publicado en el tomo dos de la colección «Miniclásicos» de Toray, por ejemplo...


                                                Reedición                                      Miniclásicos