Mostrando entradas con la etiqueta Enrico Farinacci. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Enrico Farinacci. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de octubre de 2025

«Sexy-Stop», Editorial Antable (1978)


1978

01 : Consulta particular
02 : Pagadora
03 : Los salvajes campestres
04 : Vendedor apasionado y generoso
05 : Chulo de oficio y macarra por afición
06 : Una mujer insaciable
07 : Equivocación cachonda
08 : No te hagas el sueco...

Cuaderno grapado. 32 páginas (cubierta incluida). 15 x 21.

Por lo que he podido comprobar, los relatos no están firmados. Sin embargo, en el último número aparece también otro texto («Homo follatorus») cuyo autor es un tal Enrico Farinacci (es decir : el genial Enrique Martínez Fariñas, alias Elliot Dooley, Henry d’Oray, Al Barton, Don Carter, Sven Martz, Raoul Artz y algunos otros estrafalarios nombres). Lo cual no es de extrañar, ya que el tío era un especialista en el género erótico y colaboró en colecciones como : «Temas de evasión», «Especial Venus», «Especial Eros», «Astri Sexy» / «Erotika», «Sexy Star», «Sexy flash», «Sexy novela», «Extasis star», «Diferente» y «Sexy thriller», solo para citar algunas.

Portadas : «Sexy-Stop», Editorial Antable (1978)
















sábado, 17 de abril de 2021

A todo gas XII

Sexy novela s/n

Una noche, después del congreso de psicología al cual toman parte, varios amigos se reúnen en el apartamento de un matrimonio para jugar una partida de strip poker un tanto particular...


Sacando provecho de su narración coral, Fariñas enlaza sin respiro las secuencias subidas de tono, alternando los contextos y matices (hay incluso una escena de homosexualidad masculina), siendo a veces lascivo, otras guasón y hasta cruel, como cuando la doctora Lebanneur humilla al joven machote con el cual acaba de acostarse, indicándole algunas revistas pornograficas y diciéndole de hojearle un rato, mientras se arregla, ya que seguramente le podrían enseñar algo... Todo esto hasta llegar a la partida propiamente dicha que, lastimosamente, no será el momento cumbre que uno se podía esperar, sino otro polvo más — cuatro por la precisión, pero eso no cambia nada al sentimiento un poco frustrante de ocasión desperdiciada que se desprende del final...


Mientras un marido pretexta deber asistir a una cena de trabajo, otro hombre se preocupa por entretener a su descuidada mujer...


Cuando Fariñas firmaba un relato con su seudónimo italianizante (Enrico Farinacci, nada menos) aprovechaba siempre por dar rienda suelta a su lado más jocoso. Y también para mofarse repetidamente del machismo latino... Así que ese «Sexo al cuadrado», ayudado por su final con sorpresa, se revela una divertidísima (y érotica) historia de traiciones y pretensiones, tan buena como las que se podían gustar en el cine italiano de la época o, más tarde, leer en tebeos como «Cornis», traducciones por desgracia bastante dudosas (con el formato original completamente trastocado) de la longeva y excelente serie, siempre proveniente de Italia, «Corna vissuta».

Como siempre : ¡ un sincero agradecimiento al compañero Rualrevit por tomarse el tiempo y la molestia de repasar mis textos !